Mejoramiento genético, integración agrícola ganadera, ingeniería ambiental y un equipo capacitado.
Hace muchos años, el partido de Rivadavia, en el oeste de Buenos Aires, era sinónimo de zona novillera, con muchos campos con planteos mixtos, donde la producción ganadera prevalecía sobre la agricultura. Luego avanzó la producción de granos, que se transformó en una actividad continua por su mayor rentabilidad y solo los bajos se dedicaban a la producción de carne.
En La Criolla, Carlos Barrios Barón (68) no pudo evitar ese proceso de agriculturización, pero tampoco quería desprenderse de la hacienda propia. Así fue que, en 2004, decidió armar corrales para poder continuar con la actividad pecuaria. Y en 2008 fue más allá al construir un feedlot de gran capacidad, con una mirada de largo plazo que permitía acelerar el proceso ganadero y prestar servicios de hotelería a terceros, esquema que hoy persiste. “Más allá de la aptitud agrícola de los suelos, quisimos ser ganaderos por elección compensando el riesgo entre ambas actividades y manteniendo la fortaleza de los sistemas mixtos”, justifica.
El campo de Barrios Barón está en el partido de Rivadavia y tiene 4.925 hectáreas propias, de las cuales actualmente 1700 están implantadas con pasturas. En esa superficie desarrolla un planteo de invernada de compra, con una etapa pastoril a la que luego sigue la terminación a corral. El esquema ganadero se completa con una superficie dedicada a la cría desde hace cuatro años. La Criolla también alquila 3300 hectáreas de terceros donde produce granos.
https://87694734378bc64ff93ed2ea38000676.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlCarlos Barrios Barón (segundo desde la izquierda) con parte del equipo de La Criolla, que en total cuenta con 54 personas.
Las 1700 hectáreas ganaderas están sembradas con pasturas a base de alfalfa consociada con festuca, cebadilla y pasto ovillo. Además, hay 560 hectáreas de bajos implantadas con agropiro. Las pasturas se complementan con verdeos de invierno y verano en pequeñas superficies. En el resto del campo se desarrollan planteos agrícolas, básicamente de soja y maíz, una parte del cual va a picado para confeccionar silaje para los corrales.
El planteo ganadero es principalmente de invernada de compra y la recría pastoril se combina con la terminación en un feedlot que tiene capacidad de 20.000 animales de carga instantánea entre propios y de hotelería. Hoy el feedlot está con una ocupación del 100 % y, además, hay 3000 cabezas a campo. A lo largo del año, el feedlot rota 30.000 cabezas.
Las compras de terneros se concretan principalmente en la época de zafra otoñal, aunque también hay ingresos a fin del invierno, aunque todavía no haya suficiente campo, para ir encaminando la sanidad y enseñarles a consumir ración, en espera del pasto.Las 1700 hectáreas ganaderas de La Criolla están sembradas con pasturas a base de alfalfa consociada con festuca, cebadilla y pasto ovillo.
Las hembras son recriadas y terminadas a corral en una alta proporción, con un ciclo muy corto, para llegar livianas a faena. La excepción son las que ingresan en primavera, que aprovechan primero una estadía estival a pasto. Habitualmente, los machos comienzan su recría a campo para lograr desarrollo corporal con miras a un novillo pesado para exportación. “Si un lote no tiene todos los terneros capados, se dejan enteros como para desarrollarlos como macho entero joven. Es una categoría que engorda más rápido que el ternero castrado, aunque recibe un poco menos de precio”, compara el empresario. “Muestra gran eficiencia de conversión de alimento en carne y se evita el estrés de la castración. Esos beneficios compensan el menor valor que se paga por esta categoría”, enfatiza. Todos los terneros del rodeo propio se crían como machos enteros jóvenes.
En la recría a campo con pasturas y verdeos, Barrios Barón consigue un engorde diario del orden de 550 gramos por animal, que pasa a 1200 en el feedlot como promedio de todas las dietas.
En los corrales se utiliza una dieta para recriar, con mayor contenido de proteína y fibra, con silaje de maíz, mientras que en la de terminación prevalece la energía, con alta proporción de grano de maíz. También hay una dieta especial para animales de menos de 150 kilos, rica en proteína y energía.
Posteriormente se elimina el líquido y se recogen los sólidos, que van a los patios de compostaje, junto al material que se extrae cuando se efectúa limpieza de corrales y canales, donde se disponen en filas. Luego se pasa un volteador que remueve y airea el material iniciando una fase termofílica, que levanta la temperatura hasta 70°C, lo que asegura una condición inocua y homogénea, libre de restos de antibióticos y de bacterias. Posteriormente se hace un segundo volteo y luego queda listo para trasladar al lote, donde se distribuyen de 10 a 20 toneladas por hectárea de ese material tal cual.
Los residuos compostados tienen la ventaja de una distribución pareja en el campo, que es muy diferente cuando se reparte bosta sacada tal cual del corral, que tiene muchos terrones. Además, transporta menos humedad.
Con las aplicaciones de abonos orgánicos, Barrios Barón levantó el nivel de fósforo del suelo de 10-11 partes por millón en 2017 a 36-37 en la actualidad, con efectos positivos también sobre el nitrógeno, el azufre y los micronutrientes. Además, se produce un ahorro en el gasto de fertilizantes químicos.
El manejo de efluentes de esta forma es un proceso que no todos los feedlots han incorporado y que exige inversiones importantes. Pero “da cumplimiento a las demandas de cuidado del ambiente, de las personas y de los animales que demanda la sociedad”, justifica Carlos.
En La Criolla también se construyó un cementerio de cadáveres. Está formado por un playón de hormigón de 70 por 12 metros, con borde, sobre el que se dispone una cama con restos de rollos. Allí se llevan los animales muertos. Una vez dispuestos, se tapan con material fresco sacado de los corrales y se dejan buscando un proceso de descomposición que tarda alrededor de 11 meses.
“El material orgánico que se agrega va desintegrando la carne y los huesos con el paso del tiempo y el proceso se ayuda dándole un volteo para que levante temperatura. Luego se traslada a un médano con napa muy profunda para la finalización del proceso”, explica Barrios Barón. Una vez que los huesos se desintegraron, el material sigue el mismo proceso que el del compost y se distribuye en el campo como abono orgánico.La preparación del compost implica un proceso para que llegue al lote enm condiciones ideales.
En La Criolla se desarrolla un reciente módulo de cría con 350 madres, con la intención de llevar a 500/600, que aprovechan las áreas del campo que no tienen aptitud agrícola o de engorde -las 560 hectáreas de agropiro- más algunos sorgos diferidos del verano y rollos de pasturas.
Arrancaron con vaquillonas Angus seleccionadas, a las que se les realizó inseminación artificial a tiempo fijo con el toro Caracho, lo que permitió desarrollar un plantel de calidad.
Actualmente en las vaquillonas de primer servicio se hace doble inseminación artificial a tiempo fijo y las vacas adultas reciben una inseminación artificial más repaso con toros.
“A través de los años, con la ayuda del equipo de Select Debernardi, fuimos compensando las debilidades iniciales del rodeo con reproductores con características mejoradoras”, rememora el empresario. Por ejemplo, ante un problema de alto peso al nacer se buscaron toros con mayor facilidad de parto para las vaquillonas de primer servicio. El resultado de este proceso de mejoramiento de la genética y de la alimentación es un 94,2% de preñez en el último ejercicio.
La Criolla cumple con una serie de certificaciones. En primer lugar, para inscribir el feedlot debió cumplimentar toda la normativa exigida, tras lo cual arrancaron con FIDA (Fundación de Investigación y Desarrollo Agropecuario) para la certificación de Buenas Prácticas de Producción. “Los representantes de FIDA vienen al campo y revisan todos los procesos e instalaciones, lo que impulsa un ordenamiento interno de la empresa”, recuerda Carlos.
Luego avanzaron con el proceso de Agricultura Certificada Sustentable con Aapresid e Iram y este año agregaron la certificación de soja RTRS (Round Table on Responsible Soy). Además, con Carbon Group midieron la huella de carbono de la empresa constatando que bajaron 35% las emisiones en los últimos años.
Más allá de estas certificaciones, Barrios Barón trata de producir pensando en reducir el uso de químicos en el campo. Ante cada decisión de pulverización verifica la necesidad o no considerando no solo el gasto, sino el efecto sobre el ambiente. Así evita las pulverizaciones “por si acaso”.
El equipo de trabajo que permite este emprendimiento suma 54 personas actualmente, de las cuales el 33% son profesionales. El resto tiene secundario completo en su mayoría, lo que le permite manejar máquinas agrícolas muy sofisticadas y llevar registros de los trabajos que se efectúan. La mayor parte vive en América y en Fortín Olavarría y diariamente una combi los lleva y los trae de la empresa; de esta forma se asemeja a un trabajo en el pueblo y se aleja la imagen de vida aislada de la persona que trabaja en el campo; permite que haya vida después de la labor diaria.
Barrios Barón se esfuerza en mostrar a la comunidad urbana que el campo actual no es igual al del pasado; hoy es un trabajo desafiante y motivador, en el que se aplica mucha tecnología permanentemente. Alterna su tiempo laboral entre América con oficina administrativa y el campo con oficina técnica. Tiene cuatro hijas, tres de las cuales viven en América. Una de ellas, María Pía, trabaja full time en la empresa y otra, María Pilar, es part time atendiendo sobre todo las cuestiones ambientales.
“Con un traspaso generacional ordenado -el 80% de las acciones de la empresa está en manos de mis hijas- empalman mi sueño empresario con el de ellas”, sostiene Barrios Barón, quien busca la motivación y la participación de la familia en el emprendimiento. Les transmite valores y un proyecto compartido que busca un buen diálogo con la sociedad y atención de sus exigencias crecientes sobre la sustentabilidad de los modelos de producción.
En síntesis, Barrios Barón dice que “no solo se trata de obtener cada vez más producción, sino en simultáneo hacer las cosas que de la forma que son reclamadas por la sociedad llegando antes de que sean imperativas y atendiendo los requerimientos de un mundo que está cambiando rápidamente”.
Como Barrios Barón también brinda servicios de hotelería, la salida de hacienda gorda es constante, lo que permite asemejar el feedlot a una industria. Los momentos de mayor llenado de las instalaciones son agosto-septiembre, con menor carga en verano, aunque con un piso de ocupación durante todo el año.
El bienestar animal es una máxima en la empresa, que se trasluce en el cuidado de la salud, en la alimentación y en la provisión de sombra para los animales. “Se procura evitar situaciones de estrés en los animales, para lo cual se realizan capacitaciones con expertos externos y con nuestro propio asesor veterinario”, expresa Barrios Barón.
En La Criolla hay 205 corrales en 100 hectáreas. Cada uno dispone de 30 metros cuadrados por cabeza y 35 centímetros de frente de comedero. Los corrales son de tierra muy compactada por el pisoteo de la hacienda y tienen entre dos y tres metros de piso de hormigón frente a la línea de comederos y bebederos. Como los corrales tienen pendiente, cuando llueve el agua arrastra el barro, la bosta y la orina, que se vierten a canales impermeabilizados con hormigón o caliza.
Por los canales, los residuos van a 17 lagunas aeróbicas y anaeróbicas con fondo impermeabilizado mediante geomembranas para su depuración. Antes de las lagunas hay decantadores con desniveles donde se van depositando los sólidos y dejan pasar los líquidos con otros residuos hacia las lagunas, donde se van trasvasando de una a otra.
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