SANTO DOMINGO. El sector agropecuario dominicano es el único que no tiene una ley de incentivos en el país, por lo que se hace urgente la creación de una legislación que permita el desarrollo de la agropecuaria nacional.
«No no se había dicho nunca que el sector cooperativo tiene una ley de incentivos del año 1962, que el sector construcción tiene incentivos, el sector industria tiene una ley de incentivos, el sector turístico tiene una ley incentivos, que todos los sectores de la economía tenían una ley de efectivo o tienen una ley de incentivo y que el único sector que no tiene una ley de incentivos es el sector agropecuario«, indicó el director ejecutivo del FEDA, Hecmilio Galván.
sector agropecuario dominicano
En un momento de reflexión tras tener una participación en el III Congreso Nacional de Productores Agropecuarios de la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios (Confenagro), que Diario Agropecuario dio cobertura, Galván precisó que no se puede desarrollar la agricultura, si no hay una continuidad hacia la industria, pero tampoco se puede desarrollar la industria sobre la base de la importación de productos y no tomando en cuenta al hombre y la mujer del campo, de la producción nacional.
«Ese proceso nosotros podemos decir, con mucho orgullo y satisfacción, que nosotros (Confenagro) hemos sido clave para que aquí no desaparezca la producción nacional y para que los sectores productivos se reencuentren», indicó Galván.
Dentro de la reflexión señaló que el sector agropecuario se organiza, se asocia y, entonces, genera los procesos de desarrollo agroindustrial productivo.
«No se trata únicamente, como hemos visto o podido pensar, de aprovechar los excedentes. No, se trata de aprovechar el valor porque hay procesos históricos que se han dado que hacen que la agricultura pierda valor frente a la agroindustria y los productos manufacturados tengan mucho más valor que los productos no manufacturados o los productos primarios», señaló.
Enfatizó que lo importante que sí hay que entender es que, por razones muy diversas, un pollo procesado cuesta más que un pollo no procesado; el chocolate cuesta más que el cacao, y que, evidentemente, la leche pasteurizada o la leche ultrapasteurizada cuesta más que la leche, pero no es un costo solamente nominal, no, es el porcentaje del valor.
Puso como ejemplo que «los productores de cacao reciben solamente el 4 % del valor del chocolate y los productores de leche, cuando hacíamos la lucha para aumentar el precio de la leche, recibían, yo creo que era, un 20 % al precio de la leche final. La misma leche empacada costaba tres veces la misma leche no empacada».
Entonces, «de ahí la necesidad de que los productores se asocien y de que los productores creen agroindustria y de ahí surgieron las cooperativas lecheras y de ahí surgieron, obviamente, el Conacado y de ahí surgen otras entidades exitosas que tenemos en el país».
Agregó que: «lamentablemente la experiencia del Conacado o la experiencia de los lecheros y la experiencia del pollo no es la generalidad de todos los sectores. Hay sectores que se nos han quedado rezagados: frutas y vegetales, por ejemplo, que son muy importantes en el país y, en general, debemos decir que todavía estamos en ciernes en la agricultura».
Asimismo: «sobre todo, también, antes la introducción del libre comercio (DR-Cafta) que, definitivamente era la verdadera amenaza en ese momento a la producción local porque el libre comercio permitía abrir las materias primas a las industrias que con un simple botón y una secretaria ya tenían toda la leche que iba a procesar por uno año o todo el arroz que pudiera producir en el país.
«No sé si me entiendes la importancia de nosotros discutir la transformación del sector agropecuario en un sector agroindustrial para apropiarse del valor de lo que produce, porque si no, será siempre simplemente un ciervo, un simple peón de la actividad económica productiva de la cual es el principal actor», explicó.
Y, «entonces, todas estas reflexiones nos llevaron a pensar la idea de reencontrar la agricultura con la industria y fue desde Confenagro que lo hemos ido planteando, pero como una relación de Justicia, no como una relación de extracción de renta, si no de ganar ganar».
En otro sentido, también, dijo que: «hemos identificado y nos preocupaba ampliamente por qué el sector agropecuario con todas sus potencialidades de un país tan productivo se quedaba rezagado en sentido general. Evidentemente, la relación industrial agricultura jugaba un rol importante, pero también jugaba rol el tema de las faltas de incentivos».
«Ahí descubrimos que no se había dicho nunca que el sector cooperativo tiene una ley de incentivos del año 1962, que el sector construcción tiene incentivos, el sector industria tiene una ley de incentivos, el sector turístico tiene una ley incentivos, que todos los sectores de la economía tenían una ley de efectivo o tienen una ley de incentivo y que el único sector que no tiene una ley de incentivos es el sector agropecuario«, resaltó Hecmilio Galván.
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