Por: Ana Celia Castillo Rosado

Circe Almánzar Melgen,  doctora en Derecho, especialista en asuntos públicos y  líder empresarial dominicana, en un país donde las clases sociales a menudo dictan el rumbo de la vida cotidiana, Circe Almánzar se erige como un faro de empoderamiento y determinación.

 Su trayectoria es un testimonio de que la preparación y la pasión pueden desafiar las normas establecidas, especialmente en un entorno donde la voz masculina ha predominado históricamente en la toma de decisiones.

Circe no es solo una mujer con una sólida formación académica; es una líder que ha comprendido que el verdadero empoderamiento va más allá de la búsqueda de igualdad y equidad de género. Ella aboga por un cambio real en la estructura del sector empresarial dominicano, donde las mujeres puedan tener un papel protagónico y no solo ser espectadoras en un mundo que a menudo les ha sido ajeno.

 Su convicción es clara: las mujeres dominicanas necesitan ser parte activa de la conversación y la estrategia en un ámbito donde los hombres han sido tradicionalmente los que definen el rumbo.

Reconocida y respetada no solo en el ámbito empresarial, Circe Almánzar ha ganado el cariño del pueblo dominicano. 

A diferencia de muchas mujeres que, sin ánimo de ofender, se encuentran cómodas en las esferas más altas de la sociedad, Circe ha decidido ser una voz con criterios propios y firme en los temas que son de importancia en la sociedad. 

Su compromiso con el bienestar del pueblo se refleja en su defensa de los intereses de los consumidores, especialmente en temas cruciales como los impuestos y la promoción de productos locales.

Desde su posición, Circe Almánzar se ha convertido en la cara del sector empresarial, defendiendo la marca país y asegurando que los dominicanos tengan acceso a productos de calidad mundial, como el ron, que es un símbolo de la riqueza cultural y económica de la República Dominicana. 

Su labor no solo se centra en el crecimiento empresarial, sino también en garantizar que las clases menos favorecidas puedan disfrutar de los frutos del desarrollo económico.

En tiempos de guerra digital y en una era donde los «machos alfa» aún persisten, Circe planta su bandera en favor del país, del consumidor y, sobre todo, de la mujer. 

Su trabajo es un llamado a la acción, un recordatorio de que el empoderamiento femenino no se trata solo de ocupar espacios, sino de transformar esos espacios en plataformas de cambio y progreso.

Circe Almánzar Melgen es, sin duda, una líder que inspira a las nuevas generaciones de mujeres dominicanas a soñar en grande y a luchar por un futuro donde la equidad y la justicia social sean una realidad palpable. Su legado es un testimonio de que, con determinación y compromiso, es posible desafiar las normas y construir un camino hacia un futuro más inclusivo y desarrollado.